Jabones Joaquín Viguer. Benimaclet y Valencia (Blanquerías y camino de Burjasot)
La elaboración de jabón constituía en época moderna un
proceso artesanal. Valencia destacó por la concentración de jaboneros en zonas
concretas que dieron lugar a las calles de la Jabonería y posteriormente a la
de la Jabonería Nueva, demolida para la construcción de la avenida Barón de
Cárcer.
Publicidad. Año 1905
Durante la segunda mitad del siglo XIX la introducción de
avances técnicos dio pie a una mecanización de los talleres jaboneros, que a lo
largo del periodo darán paso a una pujante industria especializada en el procesado
de aceites vegetales procedentes de las
colonias. Se estableció de este modo un potente vínculo entre los territorios
de ultramar y los principales productores peninsulares del que surgirán
importantes cárteles industriales. El incremento demográfico, el abaratamiento
de los costes de producción de jabón mediante la mecanización, el calado de las
políticas higienistas y una mejor educación higiénico-sanitaria de la población
sentaron las bases para que esta industria entrase en una dinámica de expansión.
En 1858 Joaquín Viguer Pérez fundó la fábrica de jabones Viguer, empresa que llegó
a contar con tres sedes:
- La fábrica propiamente dicha, con 1600 m2 edificados en la
plaza de Cot (o de la Constitución) de Benimaclet, por entonces llamado Poblado
de Benimaclet. En este barrio aún se conserva alguna memoria del trasiego de
materias primas, fundamentalmente cocos, que desde el puerto se llevaban en
carro hasta la fábrica.
Imagen de los moldes para jabón.
- Un despacho-taller para la elaboración de jabón a pequeña
escala y la comercialización de la gama de productos Viguer en la ciudad de
Valencia, en la calle de Blanquerías, 9.
- Un almacén del que a modo de centro logístico partía la
distribución de remesas de jabón a clientes de fuera de la provincia de
Valencia, que se emplazaba en el camino de Burjasot, letras J y V.
La empresa de Joaquín Viguer Pérez se benefició del contexto
favorable para la expansión industrial de la jabonería que ya hemos comentado.
Con el negocio en auge Joaquín pudo permitirse enviar a su hijo. Joaquín Viguer
Blat, a Inglaterra para que conociese las últimas innovaciones técnicas y la
forma de aplicarlas a la empresa familiar. Viguer Blat había dedicado toda su
vida a la empresa paterna, en la que trabajaba desde niño y hasta su fallecimiento en 1915, tras el cual se constituyó la sociedad comanditaria “Hijos de Joaquín Viguer Blat” que dio
continuidad al negocio.
Publicidad de jabón Las Torres
La industria jabonera “Joaquín Viguer” fue puntera en cuanto
a tecnología se refiere. Contó con código de telégrafo asignado al almacén del
camino de Burjasot y en una fecha tan temprana como 1903 disfrutaba de línea
telefónica en el despacho de la calle Blanquerías, con número 247. En 1908 daba
empleo a 28 operarios, que mediante el empleo de calderas de vapor alimentadas
mediante bombas de último modelo y modernos sistemas para el tratamiento de la
sosa cáustica, producían casi un millón y medio de kilogramos de jabón anuales
con destino a Valencia, Aragón y Castilla principalmente. La empresa aprovechó
las exposiciones regionales en boga para ganar prestigio y compareció a la
Exposición Regional de 1881 y a la de 1909.
Envoltorio de una pastilla de jabón "El Pez". Año 1920.
Aunque producía jabón blando, sus principales productos
fueron los jabones duros, que hoy conocemos como “de pastilla”. No se trataba
por lo general de jabones finos de tocador, sino de jabones para uso doméstico
y lavado de prendas de ropa. Su catálogo incluía una gran variedad de marcas:
“El Cisne”, “Los Gallos”, “La Casa”, sin descuidar otras marcas orientadas a la
exportación tales como “Castile Soap” o “Pure Olive Oil”, en estas últimas se
advierte la mano de Viguer Blat y de su experiencia en Inglaterra; aunque tal
vez las marcas más conocidas sean las tres más antiguas, creadas por el
fundador: “El Pez”, “Las Torres”, un homenaje a las de Serranos y “La Paloma”,
marca por la que Viguer sostuvo un contencioso contra la industria de perfumes
sevillana “Hijos de Luca de Tena” a la que acusaba de plagiar la marca. La
industria sevillana optó entonces por cambiar la suya por “la Gaviota” solución
que no satisfizo a Viguer, que siguió pleiteando, si bien su insistencia no
tuvo fruto al entender la administración que entre “La Paloma” y “La Gaviota”
existía ya una diferencia evidente.
Autores: Enrique Ibáñez y Gumer Fernández
Otros comercios relacionados con la higiene:
Perfumería selecta de Heliodoro Lillo
Droguería Cordellats
Otros comercios relacionados con la higiene:
Perfumería selecta de Heliodoro Lillo
Droguería Cordellats
De los textos: