Colchonería La competidora de Jaime Vives. La Tienda del Cordero. Calle Molino Robella,4



Colchonería año 1909
El uso de colchones para descansar es muy antiguo  y ya tenemos constancia que en la antigüedad:mientras en Egipto se utilizaba hojas de palmera apiladas y en la Roma Clásica  telas cubiertas con lana, heno, juntos  o plumas. Así nace el uso de la lana para estos menesteres que se mantendrá a lo lardo de la historia hasta bien entrado en siglo XX.

Durante el renacimiento  se usan como colchones unos sacos de tela rellenados de cáscara de trigo, lana o plumas. En el siglo XVI y XVII para el relleno es usado  la paja o el plumón  con una red de cuerda a modo de somier sostenido por un marco de madera. Durante el siglo XVIII se amplia la oferta de rellenado utilizando diferentes materiales como pueden ser la lana y el algodón casi siempre y otros materiales como las plumas de aves o el pelo de caballo. Es en este siglo cuando una parte del colchón tiene una parte susceptible de abrirse para renovar el relleno por medio de un cosido o abotonamiento.
Mujer trabajando la lana
Es ya en el siglo XIX cuando el alemán Heinrich Westdhal inventa el muelle helicoidal de acero  que se generalizará en la segunda mitad del siglo XIX y el siglo XX, junto con el consabido relleno.
 El relleno de almohadas y colchones ha requerido de un oficio hoy  ya desaparecido ejercido por la figura del Colchonero o en valenciano Matalafer. En las zonas rurales era normal que en la estación del verano o primavera acudiera al pueblo el colchonero que tenía unas herramientas básicas de trabajo y que no requería de demasiada inversión para ejercer este oficio; una pequeña caja de herramientas que contenía agujas e hilo para recoser el colchón, una manta o tela para esparcir la lana y  quitarle los nudos y enredos por medio de dos palos o varas de unos dos metros y medio de largo, generalmente de fresno.
Matalafer o colchonero
La lana al recibir el peso de las personas que descasaban en sus colchones y almohadas perdían su textura original creándose nudos y endurecimientos que requería el trabajo del colchonero. Mediante estas varas el trabajador ahuecaban la lana, limpiaba la lana y devolvía a su textura original. En esto del descanso también habían clases; las clases más acomodadas tenían un relleno de lana mientras que las clases bajas se tenían que contentar con un relleno de borra que es la parte más gruesa o corta  de la lana mucho menos mullida que lana de mejor calidad, o también el pelo de cabra que servía para rellenar productos varios como pelotas, cojines, etc.
Trabajo de Matalafer en la ciudad. Web Historias Matricenses
En las ciudades también ejercía esta profesión colchoneros que iban de puerta haciendo esta operación o habían establecimientos especializados como el de Jaime Vives que nos ocupa, que vendía en su establecimiento todo el material necesario par la confección de colchones y almohadas (lanas, borras, pieles y telas) al mismo tiempo que recibían los encargos de ir a las casas para realizar dicho trabajo de devolver a los colchones la comodidad y textura óptima.

Publicidad año 1909
 Jaime Vives era comisionista y representante, suponemos que de productos de lana, cuya sede la tenía encima del comercio de La Competidora en Molino de Rovella 4. Al dedicarse a un negocio que requería gran cantidad de almacenamiento de lana y borra también tenía un almacén en la cercana calle de Don Juan de Villarrasa.  Jaime  abre este comercio a principios del siglo XX y  pronto se publicita en la guía de la Exposición Regional de 1909, con una foto de su comercio a página completa. Esta colchonería perdurará hasta los años cuarenta del siglo XX.
Colchonería año 1907
 El establecimiento de La Competidora, con el sobrenombre de la Tienda del Cordero (ya que lucía como muestra un pequeño cordero como se observa en la imagen que acompañamos), estaba situada en el mismo centro de Valencia, en la calle Molino Robella, junto al Pasaje Monistrol frente a la calle de las Magdalenas, todas estas calles ya desaparecidas por el proyecto urbanístico de apertura de la Avenida Barón de Cárcer y la creación del Mercado Central de Valencia.


Cerca a este enclave también se encontraba la Calle de Colchoneros o Matalafers en valenciano (hoy en día también desaparecida por la apertura de la Avenida María Cristina), calle situada entre la plaza dels Porchets  y que se dirigía a la calle de San Vicente, acabando en la plaza Cajeros. Esta calle refleja el importante papel que tuvo este oficio en la ciudad de Valencia y de su antigüedad, ya que consta como gremio desde el siglo XVI.

Autores: Enrique Ibáñez y Gumer Fernández.









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