Agentes de quintos en Valencia entre la Guerra de Cuba y la del Rif. PRIMERA PARTE

AGENTES DE QUINTOS EN VALENCIA ENTRE LAS GUERRAS DE CUBA Y DEL RIF


PRIMERA PARTE: EL RECLUTAMIENTO MILITAR Y LAS EXENCIONES DE SERVICIO

Nos ocupamos hoy de una forma peculiar de comercio, controvertida en su tiempo y signo de injusticia social hoy: las agencias de quintos, un negocio desconocido hoy en día que jugó en el pasado un papel en los asuntos relacionados con la gestión del reclutamiento militar.

El artículo se publicará en dos partes, la primera destinada a enmarcar este peculiar negocio en el contexto del reclutamiento militar de su tiempo y la segunda, con título “José Pérez e Ignacio Sesé, agentes de quintos”, dedicada a las agencias de quintos de Valencia que operaron entre los prolegómenos de la Guerra de Cuba de 1895-98 y los primeros avatares de la Guerra del Rif hasta que en 1912 el gobierno reformó el marco legislativo para suprimir las redenciones de servicio.

Columna de infantería protegiendo un tren de transporte
Hasta 1912 el reclutamiento para el servicio de armas en España se gestionaba mediante el sistema de quintas, formadas por el conjunto de los varones que a partir de una determinada edad eran considerados aptos para el ejército, cada quinta se correspondía con la generación nacida en un mismo año y había de cubrir un cupo determinado por la necesidad de personal que el ejército tuviese y que podía completarse en tiempos de guerra con tantas levas posteriores como conviniese a la situación.

En el derecho castellano las quintas datan del s. XV aunque en términos generales cabe decir que el sistema no se mantuvo y los ejércitos de los estados peninsulares se nutrieron de mercenarios o en su defecto, de marginados que encontraban en el ejército una forma de vida y de encuadramiento social o bien de vagabundos, capturados directamente en redadas con el fin de incorporarlos a la milicia.

Primera edición impresa de la Constitución de Cádiz de 1812, "La Pepa"
El sistema comienza a cambiar a partir de 1812, cuando las Cortes de Cádiz proclaman la obligatoriedad del servicio de armas para todos los varones. Tal disposición dio paso en décadas posteriores a una sucesión de disposiciones y desarrollos legales que darían forma al servicio militar.

Quedó así instituido el servicio militar, obligatorio sí, pero no para todos los varones pues el sistema garantizó una serie de privilegios de clase que eximían del mismo a las clases más acomodadas. En 1856 se matizó la evidente injusticia social del sistema aunque sin socavar sus bases, pues el sistema de redención por clase fue sustituido por la posibilidad de quedar exento de servicio previo pago de una tasa o la presentación de un sustituto, de forma tal que fueron las capas humildes de la sociedad las que continuaron cargando sobre sus hombros el peso del servicio en tanto las clases favorecidas lo eludían. En este punto entran en juego los agentes de quintas.

Restos mortales de los defensores de Monte Arruit. 
La injusticia del sistema es evidente: en vísperas de las sucesivas guerras coloniales y durante las mismas, las clases pudientes alentaban la política militarista para favorecer sus propios intereses económicos pero no eran ellas, sino las clases humildes. las que pagaban el precio en sangre. Durante la Guerra de Marruecos o durante la Guerra de Melilla de 1909 por poner solo dos ejemplos los intereses económicos de la oligarquía industrial española fueron defendidos al precio de la vida de las clases humildes que nada tenían que ganar y sí mucho que perder pues el fallecimiento o la mutilación de un cabeza de familia podía abocar al resto de la misma a la ruina y la necesidad.

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