ESPECIAL NAVIDAD: HISTORIA DEL ROSCÓN DE REYES.

Si  hay algo característico en la Navidad es el roscón de reyes. Pero ¿de dónde procede este postre?, ¿cómo era la liturgia de su celebración?, ¿quién lo introdujo en España y dónde se servía? Intentaremos arrojar luz sobre este postre que se sirve en todas las casas en estos días navideños.

La primera referencia que hemos encontrado en presa data del año 1876 publicado en el diario titulado Folletín (del Correo de Andalucía). Este artículo comenta como se debía comer el postre navideño. Se introducía en el pastel un haba y se repartía tantos trozos como comensales estaban sentados a la mesa en la medianoche del día 5 de enero, víspera de Reyes. A la persona que le tocaba el haba era elegido Rey o Reina y tenía el derecho de elegir a su consorte. Se reservaba un  trozo más grande para darlo a un pobre el día siguiente y si este trozo contenía el haba a la persona que por sorteo le tocaba ser el Rey, tenía que ayudar a una familia de pobres.

Cada vez que los Reyes bebían todos los comensales debían beber. En Francia de dónde es la tradición al menos desde el siglo XIV, se exclamaba mientras se bebía « Quoique ceux que le sort clére /Ne soient que des Rois de la féve ». Así pues se trataba de una fiesta elegante que se convirtió en un pasatiempos más de la nobleza aristocrática y refinada de la época, en la que Francia era el espejo del refinamiento y cultura. En ocasiones había variación del juego: se repartía trozos del pastel a las mujeres para que fuera la elegida con el haba quien escogiera a su Rey. Para colmo del lujo y del derroche en ocasiones se introducía en el postre: alhajas, brillantes y cadenas de oro para obsequiar a las invitadas al evento. La aristocracia disfrutaba especialmente cuando a una persona del servicio (ya que ellos también participaban en el juego) le tocaba el haba; entonces el Señor de la casa hacía de criado del improvisado “Rey”.
     



Al ser Madrid capital de la Corte, el postre se conoció por vez primera en la capital de la Villa y Corte, y los restaurantes más refinados de la ciudad lo servían como postre dentro de su menú, incluso fuera de la temporada de Navidad, aunque  por supuesto se consumía de forma masiva en las pastelerías más refinadas para consumir la víspera de Reyes. En 1909 las pastelerías de Viena Capellanes producía para un único día de consumo la friolera cantidad de 65,000 roscones a una media de 5 duros de compra. Otras confiterías y pastelerías que hacen este postre incluso durante todo el año es la Pastelería del Pozo o La Mallorquina.


En ocasiones el haba era sustituida por un pequeño bibelot de oro plata o marfil  con forma humana, nada que ver con la figura del rey de cerámica actual. Pronto el  roscón se empezó a tomar en los hoteles más lujosos de Madrid, donde acudía la aristocracia a merendar. De esta forma el roscón podía costar desde 1,50 pesetas el más modesto hasta las 15,000 pesetas el mejor elaborado y según los regalos que contenían en el interior.

A finales del siglo XIX el nombre de este roscón se populariza al mismo tiempo se castellaniza por el nombre que hoy todos conocemos de roscón de Reyes. Era por esas fechas tradición poner una moneda o duro de plata de valor de 5 pesetas que se lo quedaba la persona que le caía en su trozo del pastel. Así muchos infelices que no le tocaban nada en el sorteo de la Navidad al menos le tocaban 5 duros , y así se llamó popularmente “el sorteo del roscón”.
 
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En Valencia fue Eugenio Burriel quien introdujo este postre, aunque en nuestra ciudad ya existía un postre similar  denominado casca en forma circular con masa de azúcar, almendra y patata cocida rellena de crema, boniato confitado o cabello de ángel. En su confitería de la plaza de la Reina número 1,  Eugenio anunciaba tanto sus cascas como los roscones de Reyes, aunque este último arrinconó la tradición de la casca , que se comenta es una herencia de la Valencia islámica, aunque en la actualidad afortunadamente no ha desaparecido.

En el interior de valencia era costumbre que el Rey trajera regalos a los niños y se hizo popular el siguiente estribillo:  "Senyor rei, yo estic ací, casques i avellanes, tot per a mi, i vostè vajase´n pel seu camí. De esta forma la historia de este roscón pasó de ser de una fiesta aristocráticay elitista donde aparentar posición y riqueza era su intención  a una reunión de carácter familiar.

Por si quieren regalar estos Reyes otra cosa que no sea un roscón de reyes o una casca

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